De repente se abrió de par en par esta mañana, la ventana
de mi corazón que mira a tu corazón.
Y maravillosamente vi mi nombre, aquel con que me nombra
tu voz más íntima y querida, escrito sobre las hojas y las flores en tu corazón.
Y esperé silencioso.
Un instante se alzó, volando, el visillo que separa tus cantos de los míos.
Y descubrí que en la claridad de tu mañana, en tu corazón, alguien cantaba
mis canciones futuras, las que no he soñado ni cantado todavía. Y para aprender
mis propias canciones, me senté, silencioso, a tus pies.
Rabindranath Tagore
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