Llega el momento de decir la palabra
y se la deja fluir, se la ayuda
a resbalar entre los labios,
anclada ya en sus límites de tiempo.
La palabra se funda a ella misma, suena
allá en el corazón del que la habla
y trepa poco a poco hasta nacer
y antes es nada y sólo una verdad
la hace constancia de algo irrepetible.
Súbitamente esa palabra aumenta
el hallazgo caudal de la memoria,
boga sobre los hombres que la escuchan,
gira anhelante entre vislumbres
y se alza más y más y se perfila, pule
sus bordes balbucidos, se nivela entre sueños.
Después inicia su holocausto.
Función de amor o de vileza,
la palabra se gasta en los oídos,
puebla sus márgenes de brozas,
se torna vana, amago de un aliento,
oscuridad final y sin sentido.
Está cayendo ya hecha pedazos.
Rescoldos sumergidos, restos
de rescates sin fondo, flota y flota
sobre las intenciones proferidas,
entre el silencio de las conjeturas.
Es nada la palabra que se dijo
(no importa que se escriba para
querer salvarla), es nada y lo fue todo:
la música del mundo y su apariencia.
// dos meus novembros
Hace 1 hora
José Manuel Caballero Bonald
ResponderEliminarJerez de la Frontera, 11 de noviembre 1926.
Por aquella palabra
de más que dije entonces, trataría
de dar mi vida ahora. ¿Vale algo
comprobarlo después de consumidos
tantos esfuerzos
para no mentir?
Toco
tu vientre y se desplaza el tiempo
como la sangre
en un embudo mientras
a ciegas nos buscamos. Sólo el riesgo
común ocupa el mundo, arrasa
el derredor, lo exprime
como una esponja, desordena
el engranaje de los hechos.
¿Cómo
poder saldar entonces
la ambigüedad de la memoria?
El imposible oficio de escribir
aproximadamente
la historia terminal del anteayer
de la vida, y más cuando
un incierto futuro se intercala
entre lo timorato y lo arrogante
me suele contagiar
de esa amorfa molicie
que entumece los goznes del deseo.
Pero no cejo nunca. Paraísos
vagamente resueltos
entre la oxidación del ocio, surgen
como reclamos, brillan
en ocasiones
con juvenil sabor a culpa.
¡Escapar de la mella de los días
iguales! En tanta libertad
¿se anudarán imágenes
que a su obstinado uso
me condenen, reduzcan el amor
a sus simulaciones? Lo que aquí
no está escrito es ya la única
prueba de que dispongo
para reconocerme, interrumpir
mi turno de erosión entre recuerdos
apremiantes.
Por aquella palabra
de más que dije entonces, trataría
de dar mi vida ahora.
José Manuel Caballero Bonald
Descrédito del héroe (1977/1993)
¡que desperdicio hacemos a veces de las palabras, cuando hablamos y no decimos nada!
ResponderEliminarPero peor es cuando decimos algo y nadie quiere entenderte.
Un abrazo.
Que bellas son las palabras escritas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermosas palabras las que nos traes hoy, la palabra la parte física del pensamiento muy importante saber elegirlas correctamente. Buen finde Cris.
ResponderEliminarLa palabra es nada y lo fue todo. Es la expresión de nuestras ideas y sentimientos. expresamos lo que somo y como nos sentimos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Jesús,
ResponderEliminarDecía Groucho Marx:
Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente.
Otra:
Cada día sabemos más y entendemos menos.
Albert Einstein
Un abrazo
Cristina
Hola Tejón,
ResponderEliminarVa otra:
Lo realmente valioso está en nosotros mismos, pero sólo unos pocos se esfuerzan por sacarlo.
Hola Johnny,
ResponderEliminarY Sigue:
Puedes acariciar a la gente con palabras.
Francis Scott Fitzgerald.
Un abrazo
Cristina
Hola Lito.
ResponderEliminarUna más:
“Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas”.
Juan Ramón Jiménez
Un abrazo
Cristina