« La poesía cumple el milagro de hacer que las cosas, no siendo vividas, puedan amarse »
Francisco Brines
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No para ver la luz que baja de los cielos,
incierta en estos campos,
sino por ver la luz que, del oscuro centro de la tierra,
a las hojas asciende y las abrasa.
Yo no he salido a ver la luz del cielo
sino la luz que nace de los árboles.
Hoy lo que ven mis ojos
no es un color que a cada instante muda su belleza,
y ahora es antorcha de oro,
voraz incendio, humareda de cobre,
ola apacible de ceniza.
Hoy lo que ven mis ojos
es el profundo cambio de la vida en la muerte.
Este esplendor tranquilo
es el acabamiento digno de una perfecta creación
más si se advierte,
la consunción penosa de los hombres
tan sólo semejantes en su honda soledad,
mas con dolor y sin belleza.
El hombre bien quisiera que su muerte
no careciese de alguna certidumbre,
y así reflejaría en su sonrisa,
como esta tarde el campo,
una tranquila espera.
Francisco Brines
"Como no sabían que era imposible lo hicieron".
ResponderEliminarJJEJJE
Un saludo a todo aquel que pase por aquí.
Cristina
A pesar de la publicidad, Bach siempre es fantástico, casi tanto como los bellos atardeceres del otoño.
ResponderEliminarSaludos cris.
El paso del tiempo es algo que hay que asimilar para disfrutar de cada momento, como en la niñez.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hay que aprender ver la luz en la oscuridad pues sin esta no existiría esa,
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Cris: Me he dado un gran paseo por tu blog y no sé si me gustan más los poemas, las fotografías o Luna, divina ella. Vuelvo pronto! Saludos
ResponderEliminarhola Despistado,
ResponderEliminarUna música y unos tonos que hacen vibrar.
Saludos
Cristina
Que pase sin peso, que estamos de paso.
ResponderEliminarUn abrazo
Cristina
Camino infinito...
ResponderEliminarUn abrazo Johnny
Cristina
Hola Pamela,
ResponderEliminarGracias por andar por aquí y mimitos te envía Luna. Te espero!.
Cristina